Cocinar legumbres

Las legumbres, una vez cocidas se pueden utilizar de diversas formas. Se emplean como entrante, plato único, en puré, en ensaladas o como guarnición.

Para que nuestro organismo las pueda digerir deben consumirse cocinadas por la cantidad de almidón (hidratos de carbono complejos) que contienen y porque se eliminan los tóxicos.

Normalmente se mantienen en remojo de 6 a 12 horas para lograr unas legumbres bien cocinadas, ya que de esta forma hacemos que se vuelvan a hidratar y se reblandece la piel. La cocción se ha de llevar a cabo lentamente, con una cantidad de agua que doble el volumen de legumbres. A excepción de los garbanzos, las legumbres secas se ponen a cocer en agua fría y, si se ha de añadir agua durante su cocción, también será fría. Por el contrario, los garbanzos se han de poner a cocer en agua templada, y si se añade más agua, ésta deberá estar caliente.

Si el agua utilizamos para cocinarla es muy rica en sales se puede añadir una pizca de bicarbonato sódico para evitar que se endurezcan. Si utilizas una olla a presión, para evitar la formación de espuma debes añadir unas gotas de aceite al agua.

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